No, no tienen derecho

Desde que empezó el berrinche de López Obrador, propios y extraños han tratado de darle sentido a su conducta diciendo que “está en todo su derecho” de manifestarse. Al principio, este supuesto derecho lo amparaba para ensuciar la elección con el calificativo de fraude, sin necesidad de tomarse la molestia de demostrarlo. Después se extendió a la ocupación de las calles del DF: tenía todo el derecho a manifestarse porque el Tribunal todavía no daba su resolución. Sus seguidores tienen derecho a cuestionar lo que les venga en gana. Él tiene el derecho de mandar al diablo a las instituciones del país. Todo porque todavía falta una u otra fecha, una u otra acción.

Pero ahora se han agotado las fechas y las acciones, y se sigue justificando el derecho de los perredistas de mentir, de estorbar, de entorpecer la actividad económica, de calumniar y de insultar. ¿Cuál derecho los ampara ahora? ¿El que les da su supuesto pacifismo? (Señores del PRD, convendría recordar que Gandhi se manifestaba en su casa, en su persona, sin molestar a nadie.) ¿El que emanaría de su preocupación por los pobres? ¿El de los catorce millones y pico de votos?

Si a ellos les concedemos todos estos derechos, ¿por qué no los tendrían otros sectores sociales, con otras demandas y otras justificaciones? Eso, por cierto, es casi la definición del caos.

Es sumamente preocupante oír la distinción, que esgrimen los perredistas cada vez que pueden, entre la legalidad y la legitimidad. Hace algunos días Jesús Ortega decía que en Estados Unidos tanto Gore como Kerry se quedaron tranquilos después de perder porque allá la legalidad tiene un sentido distinto del que tiene en México. ¿Y no se les ha ocurrido preguntarse si no estará en esa distinción una de las claves para entender nuestro subdesarrollo? ¿Por qué nadie parece alarmarse cuando un dirigente político avisa que a ellos la legalidad los tiene sin cuidado, y que definirán la legitimidad como se les ocurra?

No, señores del PRD, no tienen derecho. Ni de estorbar ni de calumniar ni de seguir protestando. Y mucho menos de mantener en jaque a la legalidad en este país.