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Monday, June 11, 2012

Mentiras para parecer verdades


Es interesante cómo, aunque no sean ciertas, las cosas que se repiten suficientes veces acaban sintiéndose como la verdad. Anoche en el debate AMLO repitió muchísimas veces que él sabía gobernar, que había gobernado, que la ciudad se había beneficiado de su experiencia como gobernante.

Curioso, porque, a pesar de lo que se repite ahora como un mantra, la ciudad empeoró considerablemente durante su gobierno: la ilegalidad, el ambulantaje, la profusión de transporte “público” (microbuses privados, concesionados quién sabe cómo), la suciedad y, sí, la corrupción, se dispararon. Nunca como durante su sexenio se había extendido de tal forma la ilegalidad en todos los aspectos de la vida común. A partir de entonces, ver al crimen organizado operando bajo la mirada de los policías en cualquier banqueta o cualquier metro ya no nos sorprende. Saber de cobros equivalentes a los de derecho de piso por parte de empleados del GDF, sufrir a los franeleros o atorarnos en las manifestaciones, tampoco.

Pero el hecho es que no invirtió un solo peso en el Metro, no hizo nada por los peatones, estorbó el trabajo honesto de los taxistas con los “panteras” y los “tolerados”, construyó las estaciones del Metrobús con tal descuido que tuvieron que reconstruirse en el 2007… e hizo el segundo piso del periférico (grandes secciones del cual también necesitaron reconstrucción durante los primeros meses del gobierno de Ebrard) para los ricos. Se hicieron, eso sí, algunos referendos (gobernar, por cierto, no es pedir opinión: es tomar decisiones), muchas manifestaciones, montones de protestas y varios insultos a las clases medias y a los contribuyentes.

Ya no tiene caso volver a repetir los estudios que señalan al DF como la entidad más corrupta (o de las más corruptas) durante su gobierno. Tampoco recordar dónde vive él o el nivel de precios de sus gustos (y los de su hijo) en el vestido y el calzado. Manejar un coche viejo no lo hace a uno honesto.

Lo habría hecho honesto hacer algo porque Bejarano no se embolsara millones de dólares. Lo habría hecho honesto evitar que Ponce se fuera a jugar nuestros impuestos a las Vegas. No enterarse de lo que hacía su gente, por muy honesto que hubiera sido él personalmente –si lo fue--, lo hace mal gobernante. La ignorancia no exime a nadie del cumplimento de la ley. Mucho menos cuando los que la incumplen están a nuestras órdenes.


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