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Tuesday, August 14, 2012

Sor Juana


De pobreza, obediencia y castidad fueron mis votos.
Si los cuatro mil volúmenes de biblioteca que me acompañaron en el convento, si mi pasado como dama de compañía de la virreina, si mi alcurnia contradicen al primer voto, no se considere pecaminoso porque fueron todos heredados.
Si mi respuesta a Sor Filotea, defensa temprana de los derechos culturales de la mujer; y si mi querella con el jesuita Vieyra, donde alegué la existencia de límites entre el amor humano y el divino, constituyeron actos de desobediencia, considérese ésta expiada con el castigo que me fue impuesto: la venta de mi biblioteca al final de mi vida y el alejamiento para siempre de las “letras profanas”.
Y si este amoroso tormento que me lleva el alma, dejándome el sentimiento, y que me tiene en dos partes dividida […] el alma en confusión: una, esclava a la pasión, y otra, a la razón medida; si la evidencia en mi poesía de los crueles tormentos de mis amores desbordados constituye un desafío al terrible voto de castidad, por lo menos finjamos que soy feliz […] un rato; quizá podréis persuadirme, aunque yo sé lo contrario. Porque es amarte un delito de que nunca me arrepiento.
Las monjas nos paseamos por los vastos patios de piedra volcánica, y para no sentirnos menos que nuestros visitantes, casi todos ellos nobles y adinerados, nuestros hábitos son tan lujosos como los vestidos de la corte. Alrededor de la gran fuente central, al uso de los más elegantes edificios coloniales, ventilamos los jugosos rumores del momento. Y cuando ya no puedo más, cuando necesito leer, me encierro en mi celda, si es que así se le puede llamar a mi biblioteca de varias piezas, atestada de instrumentos científicos y musicales, único solaz en mi vida de encierro: Sírvame el entendimiento alguna vez de descanso, y no siempre esté el ingenio con el provecho encontrado.
Pero flotando entre los rezos, alentada por las visitas, soñada en el encierro aparece una idea de amor, una idea lasciva, y por lo tanto pecaminosa para el escritorio de una monja. Contra los votos jurados, contra todas las prohibiciones, contra la vigilancia de las hermanas y de los obispos, meto mi pluma en el tintero y pesco un verso de amor.
El verso se sacude la oscuridad de la tinta y se pone a retozar por las páginas, salpicándolas de todos los colores y de todos los atrevimientos que me prohíben mi sexo y mi profesión. ¿Pero qué fue primero, el verso o el sentimiento? Como si en la solución a este enigma fuera a hallar la cura para la angustia que de pronto me invade, me pongo a buscar la respuesta entre mis libros. No encuentro nada más que palabras. Como un náufrago frente a la tierra, pero abrasándome con el calor de la idea que respiro, me doy cuenta de que la respuesta está contenida en el domingo, y que ese domingo son todos los domingos del mundo.
Él viene a misa, a ver a alguna de mis hermanas, y sé que siempre lo he amado sin reconocerlo. Pero, valor, corazón, porque en tan dulce tormento, en medio de cualquier suerte no dejar de amar protesto. Ya no me sirve de esta vida que poseo, sino de condición sola necesaria al sentimiento.
Y viviré mis días de encierro, días de monja, queriendo querer más, sabiendo que no debo, y esperando saber más, sabiendo que no puedo: Si para vivir tan poco, ¿de qué sirve saber tanto? ¡Oh, si como hay de saber hubiera algún seminario o escuela donde a ignorar se enseñaran los trabajos!

1 Comments:

  • Aunque terriblemente triste, me gusto este ensayo.
    Los buenos escritores reflejan su alma en la tinta de sus plumas, el artista no puede evitar plasmar lo que siente, lo que ha sentido o lo que espera que sentira.

    No pude encontrar referencia a tu poesia ni a tu prosa. Lastima no hayas publicado, ni siquiera para ti, aqui en este medio casi anonimo.

    Que tristeza que te sientas asi, en estos tiempos en que tengo el corazon carcomido por la pena me provoco una lagrima o dos.
    Ojala un dia encuentres al amor de tu vida y que eso te llene; y si lo dejaste atras, que ensimismada entre tus libros encuentres la serena tranquilidad de tu intelecto.

    A mi, se me acaba de morir Claudia. Me dicen que cuando desperto del coma abrio los ojos y al saludarla con una lisonja se le ilumino la mirada y sonrio. Es la ultima vez que la supe con vida.
    Su prognosis: dano cerebral extenso e irreversible.
    Su unica esperanza de vida es encajada en una maquina.
    Y yo nunca sabre si algo de ella queda.

    No hay peor muerte que vivir asi, sin gusto. Deseando otro destino y atrapado en un tormento sin fin, queriendo morir sin que nadie se atreva a abrevar nuestra existencia.

    Me hubiera gustado ensenarte una foto de ella, para que en un gesto, le brindaras una oracion en ese convento en donde esa gran mujer habito.
    Buena suerte..

    By Blogger Unknown, at 4:42 AM  

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