Un poeta
Tuve la suerte de que me invitaran, ayer,
al palacio de Bellas Artes para el homenaje a Raúl Renán por sus 85 años. (Es,
por cierto, sorprendente que ese hombre lleno de vida y de sonrisa fácil y
luminosa tenga casi 85 años. Todo en él hace pensar en un hombre de por lo
menos veinte años menos.)
Confieso que yo no conocía su poesía
hasta que conocí al hombre, hace apenas algunos meses. Del hombre me enamoré de
inmediato: no es difícil entender por qué todo el mundo habla bien de él. Es,
en efecto, generoso, risueño, optimista, simpático. Talentosísimo, desde luego.
De su poesía me enamoré un par de semanas
después, cuando él —ya dije que es generoso— me regaló su libro A/salto de río
(Agonía del Salmón). Así, nada más, por puro compartirlo. Es un libro precioso,
un poema juguetón de una belleza triste y angustiosa. Dice, por ejemplo (de
abajo hacia arriba) cosas como:
filtrado
en
el
líquido
mi
opuesto
elemento
inserto
mi
pecidad
tirada
por
mí
mismo
hacia
el
encuentro
con
la
mortal
fatiga
aag
O también, más adelante (¿más abajo, más
arriba? en este libro que se lee al revés):
soy
una
sed
royendo
el
agua
por
dura
que
es
frágil
también
y
aunque
siempre
creciente
llegará
dulce
a
saciarme
O, hacia el final (¿principio?):
después
de
un
agobiante
viaje
entre
trozos
de
agua
desbocados
descansará
mi
agobio
en
una
sartén
crepitante
adiós
hijitos
huevecillos
El libro está ilustrado por Arturo Terán,
y de veras es una joya. (México, VersodestierrO, Colección Inteligente, 2012).
Entonces, me puse a buscar. Acaba de
salir el primer tomo de la Poesía Completa de Renán. Lo coedita el Instituto de
Cultura de Yucatán. Y sus poemas son una delicia. Al azar, leo cosas como:
**
En lo oscurito
comparte sus mitades
una naranja.
**
YO
Una y griega me une con quien me quiere
y una o
me separa para elegirme a mí, o
a otro.
No hay más que deletrear,
éste soy yo.
Un
letrero en la espalda
me
marca
para
no perderme entre millones:
Yo.
**
Pongo
los oídos en el corazón
de
una manzana
y
escucho su dulce virginidad.
Podría seguirme toda la noche, pero no
quiero escribir la biografía de Renán, ni repetir lo que ya se ha dicho tanto.
Sólo que Renán es un Maestro, así, con mayúscula, un poeta, un editor, un
experimentador gozoso de la palabra. Y para mí, conocerlo ha sido una sorpresa,
un regalo, un premio a no sé qué mérito que desconozco pero que agradezco.
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