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Wednesday, December 18, 2013

Mitin de secuestrados


Se había dicho que los mítines en “defensa del petróleo” habían estado deslucidos y poco concurridos; algún comentarista lanzó la hipótesis de que había un hartazgo social con el tema, con las marchas. No sé qué iba a pasar el domingo 1º de diciembre; pero es posible que los organizadores hayan decidido no arriesgarse.

Sé de primera mano que su solución fue secuestrar a los transeúntes: esa mañana, los “operadores” del mítin detuvieron sistemáticamente a los microbuses y peseros que iban circulando por ciertas rutas, y obligaron a los pasajeros a “entrarle” a la manifestación.

Sé de una enfermera que iba a su trabajo. Es una mujer que necesita su trabajo; que trabaja para una enferma que la necesita a ella. Había salido a tiempo de su casa y había pagado la tarifa del transporte. Había calculado llegar a la hora en que tenía que llegar para relevar a la enfermera del turno anterior.

Pero los organizadores de la enésima protesta de este año en el zócalo decidieron que no tenía el derecho de llegar a su trabajo. Que era más importante que se parara en el zócalo, para llenarlo. A ella y a todos los que viajaban con ella los obligaron a irse al zócalo para hacer bulto. Algunos protestaron; otros no supieron cómo hacerlo y se quedaron en el pesero. Tal vez a otros les dio gusto poder participar.

Pero la enfermera, después de verse obligada a negociar su libertad, tuvo que descender del pesero y buscar otro modo de transporte. Tuvo que regresar a algún punto a donde pudiera conectar con algo que la llevara a su trabajo. Tuvo que pagar, de su bolsa, estos nuevos transportes y estas nuevas conexiones. Y llegó tarde. Esa trabajadora, cuyo récord de puntualidad y asistencia era perfecto, llegó tarde e hizo que la enfermera a la que relevaba también llegara tarde a sus obligaciones.

Y esta ciudad, que se describe a sí misma como una ciudad de oportunidades, no impide estos hechos. Este gobierno, que se considera un gobierno para “los que menos tienen”, obliga a los pobres a perder sus días haciendo bola en manifestaciones. ¿Dónde está la dignidad que dicen defender? ¿Dónde el respeto a los derechos humanos por el que claman? En su lucha contra lo que llaman privatización, privatizan el zócalo para sus propios intereses y expropian la vida privada de los individuos.


Antes, a los acarreados les daban una torta y algo de dinero. Ahora, tienen suerte cuando no les exigen dinero a cambio de liberarlos para irse a trabajar.

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