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Wednesday, February 25, 2015

Verificaciones

Ella tiene más de setenta años, y su coche, diecisiete. Le ha cambiado medio motor dos veces, lo cual, aunque no equivale a que todo el motor sea nuevo, sí quiere decir que es un coche que funciona bien. Tiene calcomanías regulares y periódicas de los Verificentros, lo cual atestigua que tiene el derecho, dado por las autoridades de la Ciudad, de circular por ella. Sin embargo, recientemente estas mismas autoridades decidieron que no puede ir, algunos sábados, a su terapia de espalda. O que tiene que caminar los más de cuatro kilómetros hasta el gimnasio. O que tiene que tomar un taxi, que tal vez contamine más.

Él es ciclista de montaña. Los fines de semana carga su bici y a su perra en su camioneta, junto con otros cuatro o cinco ciclistas (y perros) y se van a andar por las montañas que rodean al Valle de México. Pero la ciudad decidió que, un sábado de cada tantos, no puede sacar la camioneta, que está verificada por las autoridades de la misma ciudad, por lo cual los otros cuatro o cinco ciclistas tienen que sacar, cada uno, su propio coche, para subir a la montaña.

Mi coche tiene dos años de edad. Traté de verificarlo el viernes pasado. Llegué al Verificentro y me formé en la cola, que a esa hora se había formado afuera, en la avenida, entre dos hileras de microbuses: los que están permanente (e ilegalmente) estacionados “haciendo base”, es decir, esperando turno para salir; y los que están (ilegalmente) esperando llenarse de pasajeros. Salió a hablar conmigo un empleado del Verificentro:
-¿Me permite su cita?
-No sabía que hiciera falta cita. Siempre lo traigo aquí y pasa uno como va llegando.
-Ah, es que estos días estamos muy llenos. Hay que sacar cita.
-Muy bien, ¿me la puede dar para el lunes?
-No; las de ahorita son para hoy a las cinco de la tarde.
-Yo no puedo venir hoy. ¿Cómo saco cita para el lunes?
-Tiene que venir el lunes y formarse. Y ya si no alcanza, pues saca cita para la tarde.

Es decir que, para no contaminar, hay que manejar hasta un Verificentro. Estacionarse entre microbuses que tienen los motores prendidos para oír el radio, y que contaminan. Formarse. Dejar prendido el coche en lo que avanza la fila o ir prendiéndolo cada vez que se mueven los de adelante. Perder media hora o más. Llegar hasta donde hay que llegar para que le digan a uno que ya no. Sacar cita. Regresar manejando ese mismo día, más tarde. Tal vez ya no haya citas. Regresar al día siguiente. Repetir todo de nuevo.

¿En serio? ¿Así es como vamos a conseguir que el aire de la ciudad esté limpio?

Lo que esto tiene de absurdo, de improvisado, de falto de respeto por el contribuyente es casi infinito. De risa, si no nos tocara tan cerca. Los gobernantes de esta ciudad, quienes se desplazan en absurdas Suburban kilométricas (que pagamos los contribuyentes) muy probablemente no se enteren de lo que sus disposiciones implican en cuanto a costo de oportunidad de nuestro tiempo, pérdida de productividad, miles de horas empleadas en procesos estériles. Muy probablemente son sus choferes, asistentes, secretarios o mandaderos (a quienes también pagamos nosotros) quienes lleven sus camionetas a verificar.

Que suban los estándares para que uno sólo tenga que ir una vez al año. Que sólo los coches que no contaminan tengan calcomanía. Que los coches con calcomanía no tengan restricciones. Que los que contaminan no circulen. Que arreglen los cruces donde se forman embotellamientos. Que instalen semáforos inteligentes. Que empleen las tecnologías que se usan en todo el mundo para regular el tránsito. Que entrenen a los policías. Que arreglen el transporte público (y no me refiero sólo a que no contamine; sino a que haya transporte público). Que no permitan la circulación de camiones, pipas, revolvedoras, metrobuses, autobuses foráneos y demás transportes que echan humo como si fueran de leña. Por cierto, ¿por qué esta ciudad discrimina tan ostensiblemente a los coches particulares, mientras deja que los otros vehículos contaminen aparatosa y tranquilamente sin que nadie los toque?


Pero que no nos fuercen a perder el tiempo ni a contaminar más.

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